Etnocentrismo digital

Mapa del mundo según acceso a internet. Imagen desde tecnologia.com

La necesidad cada vez más urgente de elaborar un canon feminista intercultural es ya un secreto a voces dentro del feminismo, de los feminismos, y dentro de estos de los cada vez más interconectados feminismos globalizados.

Y, sin embargo, a pesar de comenzar hablando de ese canon feminista intercultural para un feminismo global no será ese el tema de esta columna. Demasiado tema para tan poco espacio, demasiadas interrogantes para mis pocas certezas. Es de los feminismos globalizados de los que quiero hablar, y por tanto hablaré, hoy. No definiré tampoco cuáles o qué o cómo son esos feminismos, de nuevo, superado el espacio por la amplitud de la explicación. Lo que puede ser el feminismo en un mundo supuestamente globalizado sería más apropiado para una tesis doctoral.

Ahora vuelvan a la frase anterior y fijen su atención en una palabra: supuestamente. No es una palabra bonita ni de gran significado por sí misma pero delante de “globalizado” pone a la globalización justo en el punto en el que la deseaba. En entredicho.

Porque del mismo modo que hasta que no abrimos el foco de nuestra mirada el mundo que nos rodea es “el mundo”, la cultura en la que crecemos “la cultura” y la religión en la que se nos educa “la religión”, la mínima parte del mundo que está presente con voz propia en el mundo global y más aún, en el mundo virtual o las redes sociales se ha autodenominado “cultura global”, “mundo globalizado”. Incluyendo en él a la parte del mundo que no se cuenta, que no se explica, que no decide. Apenas un 40% de la población mundial tiene acceso a internet. ¿Mundo globalizado?

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Lo tenemos muy claro cuando de mujeres se trata. El patriarcado ha anulado nuestra voz dejándonos como seres secundarios, que son contados, explicados, definidos y naturalizados a través de miradas ajenas. ¿Pero qué otra cosa sino esa hacemos cuando miramos el mundo que no es nuestro mundo desde nuestra posición de privilegio? ¿Cómo dar voz -o no usurparla- a los feminismos de los márgenes? ¿Quién decide cuál es el centro? 

El mundo aupado a la era digital llamando mundo globalizado a comunidades donde no hay agua potable, o donde la tasa de incidencia de la pobreza es del 81 % (como, por ejemplo, Madagascar). Definiendo el desarrollo en base a la capacidad de consumo. Creyendo que porque la comunicación fluye sin medida entre algunas de las personas de este planeta, lo conocemos en su totalidad. Un mundo del que sabemos a trozos, generalmente desde fuentes interesadas (los medios de comunicación de masas: grandes emporios empresariales que trabajan casi en exclusiva para la obtención de beneficios).

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¿Qué información recibimos o exigimos recibir sobre los conflictos abiertos en el mundo? ¿Quiénes nos la dan? ¿Qué implicaciones tienen para los derechos humanos de las mujeres conflictos como los de Colombia, Palestina, Nigeria o República Democrática del Congo? ¿Qué nos transmiten cada día los medios de comunicación sobre las migraciones o la feminización de la pobreza? ¿Sobre los feminicidios en todo el planeta? ¿En qué medida puede el feminismo como movimiento contribuir a sociedades más justas, igualitarias y sostenibles y a un mundo globalizado no deshumanizado sin caer en una mirada colonizadora y etnocéntrica?

No crean que dudo. Sé que el feminismo es más que necesario. La visión del privilegio como una ceguera a realidades ajenas, a necesidades ajenas, como ejercicio de un poder patriarcal y despótico es aplicable a casi todas las situaciones humanas. Tacha mujer y escribe pueblo originario, comunidad indígena, minoría étnica, sexual o religiosa. Tacha mujeres, escribe pobres de la tierra (y entre pobres seremos las más pobres) y tendrás una explicación del mundo. El feminismo es una explicación de la totalidad del mundo. O un intento de ella y ahí residen su debilidad y su fortaleza.

Y sé que esto que digo es simplista, es superficial, tiene múltiples matices, conlleva errores de bulto. Lo sé y lo asumo. Pero si puedes ver la discriminación más extendida y naturalizada, si puedes mirar al mundo con perspectiva de género, los matices más leves de cualquier discriminación humana se vuelven brillantes y coloridos como las pasarelas de París con los diseños tradicionales de las artesanas otomíes. Habrá quien diga que eso es multiculturalidad. ¡Viva la globalización! También nos dijeron que las “Liberté, egalité, fraternité” eran universales y la disfrutaron solo unos cuantos. Habrá quien diga que es moda, nosotras sabemos que se llama expolio. Como sabemos que su dignidad colorea el mundo aunque el mundo que lo mira, les sigue negando la propia mirada. 

Urge, hermanas, responder cada una a la pregunta ¿cómo dar voz —o no usurparla— a los feminismos que no son nuestro feminismo? entre todas encontraremos la solución.



Artículo original publicado en Revista AMAM Abril 2014
María S. Martín Barranco
@generoenaccion

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