Reservado el derecho de admisión


«Cuando la propaganda que dimana del estado
recibe el apoyo de las clases de un nivel cultural elevado
 y no se permite ninguna desviación en su contenido,
 el efecto puede ser enorme.
Fue una lección que ya había aprendido Hitler
y muchos otros, y cuya influencia ha llegado a nuestros días».
El control de los medios de comunicación.
Noam Chomsky



Tiene que ser la edad. No puede ser sino el paso de los años el que me hace mirar atrás para entender qué me queda por delante. En esta tesitura, nadie se extrañará del mareo que tengo en estos meses cuando veo las noticias y no sé si son del día o es el No-Do.
Cada mañana la prensa nos acompaña el desayuno con novedades que, como la moda, nunca son nuevas. Vuelven las faldas de pliegues y vuelve el debate del “aborto”. Con lo mal que nos sientan los unos y el otro.
Rebusco en la memoria y en las hemerotecas y algo de lo que no tengo recuerdo propio pero sí noción de su existencia llega a mis manos, y lo comparto:
«Ante el juicio de once mujeres de Bilbao sobre el aborto y las detenciones de Sardañola y ante la creciente represión en contra del aborto, nosotras, mujeres, exigimos la amnistía de todas las mujeres y hombres encausados por el aborto, la inmediata libertad sin fianza de los detenidos de Sardañola y un cambio en la legislación que contemple el aborto libre y gratuito. Por tanto, las abajo firmantes, conscientes de las consecuencias y de las repercusiones penales que nos pueda reportar, declaramos:
Yo he abortado
En los años 80 y el documento fue firmado en masa por integrantes de asociaciones de mujeres anónimas, y también por mujeres de relevancia, muchas de ellas en activo todavía, y cuyos nombres tampoco quiero privarme de compartir:
Pilar Brabo, Carlota Bustelo, Cristina Almeida, Matilde Fernández, Eva Forest, Eulalia Vintró, políticas. Lola Gaos, Tina Sainz, Emma Cohen, Núria Espert, María Cuadra, actrices. Ana Belén, Massiel, María del Mar Bonet, Guillermina Motta, cantantes. Crisitina Alberdi, Lidia Falcón, abogadas. Rosa Montero, Mercedes MIlá, Nativel Preciado y Soledad Gallego-Díaz, periodistas. Montserrat Roig y Rosa Regás, escritoras. Cierra la lista de mujeres públicas (por supuesto no en el sentido de nuestra carpetovetónica Academia de la Lengua  y sus Inmortales) Pilar Miró, directora de cine.
Esta declaración pública fue un reto a las autoridades, un pulso ganado porque ninguna de ellas conocida o no, fue procesada. Nos saltamos el manual neo liberal que desde los años 30 del siglo pasado postula que «los individuos tienen que estar atomizados, segregados y solos; no puede ser que pretendan organizarse, porque en ese caso podrían convertirse en algo más que simples espectadores pasivos». Comenzaban los primeros pasos de un camino que ya habíamos recorrido en la República, que retomaban diligentes nuestras predecesoras y que deberemos volver a transitar casi paso a paso si las intenciones de este Gobierno son tan aviesas como parecen.
Como cooperantes necesarios, para variar, los medios de comunicación: ¿Qué opciones sexuales se representan en los medios? ¿Qué aspectos de la libertad sexual y reproductiva se visibilizan? ¿Cómo se representan? ¿Cómo reflejan su realidad? No podemos olvidarnos de que todo lo que comunica educa, y educar es, sobre todo, transmitir valores. Se educa—y se comunica— con palabras  y nos volvemos a encontrar en un debate que apenas acaba de dejar de “colear” el del lenguaje: ¿Es lo mismo decir derecho a abortar, que interrupción voluntaria del embarazo que libre elección de la maternidad y sobre el propio cuerpo? Las palabras nunca son inocentes y quienes las utilizamos tampoco. Nuestros cuerpos vuelven a ser arma en una guerra ajena: la de la moral cristiana, que desea imponer, ni más ni menos que la maternidad por obligación; el castigo bíblico por querer decidir: parirás con dolor.
Si se echa un vistazo a los ensayos de Lippmann, tal y como nos recomienda Noam Chomsky del que tomo los siguientes párrafos: «se observará que están subtitulados con algo así como Una teoría progresista sobre el pensamiento democrático liberal. Lippmann estuvo vinculado a estas comisiones de propaganda y admitió los logros alcanzados, al tiempo que sostenía que lo que él llamaba revolución en el arte de la democracia podía utilizarse para fabricar consenso, es decir, para producir en la población, mediante las nuevas técnicas de propaganda, la aceptación de algo inicialmente no deseado». Y sigue: « Así pues, en una democracia se dan dos funciones: por un lado, la clase especializada, los hombres responsables, ejercen la función ejecutiva, lo que significa que piensan, entienden y planifican los intereses comunes; por otro, el rebaño desconcertado también con una función en la democracia, que, según Lippmann, consiste en ser espectadores en vez de miembros participantes de forma activa. Pero, dado que estamos hablando de una democracia, estos últimos llevan a término algo más que una función: de vez en cuando gozan del favor de liberarse de ciertas cargas en la persona de algún miembro de la clase especializada; en otras palabras, se les permite decir queremos que seas nuestro líder, o, mejor, queremos que tú seas nuestro líder, y todo ello porque estamos en una democracia y no en un estado totalitario. Pero una vez se han liberado de su carga y traspasado esta a algún miembro de la clase especializada, se espera de ellos que se apoltronen y se conviertan en espectadores de la acción, no en participantes. Esto es lo que ocurre en una democracia que funciona como Dios manda.
»Y la verdad es que hay una lógica detrás de todo eso. Hay incluso un principio moral del todo convincente: la gente es simplemente demasiado estúpida para comprender las cosas. Si los individuos trataran de participar en la gestión de los asuntos que les afectan o interesan, lo único que harían sería solo provocar líos, por lo que resultaría impropio e inmoral permitir que lo hicieran.» ¿Les recuerda en algo a las declaraciones de los medios de la derechona mediática tras las elecciones andaluzas, a el PP haciéndose la "víctima" de una herencia, a la criminalización de los sindicatos, las movilizaciones sociales, las protestas?
Las perlas públicas del gobierno de las gaviotas (son esas aves carroñeras ¿recuerdan?) no han dejado de sucederse y casi siempre con una misma estrategia: digo una burrada de calibre superior y tanteo el terreno (sobre la reforma salarial, sobre los sueldos, sobre el déficit, sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo, sobre la violencia estructural o sobre el aborto), el personal pone el grito en el cielo y se desahoga contra la premisa mayor, después hago la propuesta en firme, mínimamente más moderada y ¡oh, maravilla! Habrá suspiros de alivio. Si les digo que mini-empleos y sueldos de 400€ cuando vean que tienen 600 van a decir «peor podría haber sido». Si les amenazo sin pensiones, y solo recorto las más altas, si un Consejo de Ministros no hay un recorte ¡qué alivio, solo quitan derechos "de mujeres"! Sólo soy capaz de sacar una conclusión de esta pseudo-estrategia: O toman a la ciudadanía por tonta o el PP se ha pasado de listo.
El Ministro ultra Gallardón ya lleva muchas—burradas— sobre un mismo colectivo, las mujeres, en tiempo récord. Con los meses se va afianzando, con Rouco apretando los tornillos, no hay tuerca que resista el envite. Lo de la violencia estructural debió ser para que repasáramos el concepto y supiéramos la que se nos viene encima. Después la emprende con la super-mujer (o la super-mamá que en su antropocéntrica, machista, derechísima y metacatólica mente debe ser el sinónimo). No debe extrañarnos porque la Ministra del ramo (Mato, bonito nombre) no sabe distinguir entre violencia doméstica y violencia de género, habla en masculino genérico, seguirá pidiendo sobre la llamada “píldora del día después” informe sobre informe hasta que encuentre alguno que le interese —es decir, que diga que es malísima de la muerte—, y también apoya una nueva ley sobre la libre elección de la maternidad, más restrictiva. Wert, otra joya de gaviota, cree que el trabajo de las mujeres fuera de casa perjudica a las familias. El hombre no ha caído en la cuenta del montón de clases de familias que hay, algunas —el colmo del despiporre— formadas solo por mujeres ¡casadas entre ellas!
En mitad de una crisis de dimensiones estratosféricas, entre llamadas a una responsabilidad social traducida en «abre el bolsillo que tenemos que llenárselo a los bancos», los derechos de las mujeres vuelven a cuestionarse. Los avances que nos conciernen, siempre en un equilibrio tan precario, vuelven a estar al borde de un abismo. Se han empeñado en que creamos en el infierno, y nos lo están preparando en vida para que no nos quepan dudas de su existencia.
En nuestro cuerpo ya no está reservado el derecho de admisión. Qué será lo próximo, ¿Se prohíbe el cante?

María S. Martín Barranco
especialistaenigualdad@gmail.com

Comentarios

  1. mucha maternidad quieren estos, pero no hacen leyes que la favorezcan. solo meten en la conciencia de las mujeres lo buena madre que tienes que ser, que brillante tienes que tener el suelo y la ropa muy blanca, mientras te arreglas el pelo, te maquillas... y todo esto msubidas en los taconazos y con el collar colgando del cuello.

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