Sexo, sexualidad, reproducción, amor y viceversa


En este momento, a pesar de la gravedad del momento histórico y social por el que atravesamos, desde el gobierno de España se ha decidido que las relaciones interpersonales lleguen a la discusión política. ¿Por qué?: por la nueva reforma (y van…) de la mal conocida como “ley del aborto”.
Como cada vez que el derecho a la libre elección aparece en el horizonte se mezclan e identifican como iguales (si es por ignorancia, malo y si es por mala fe, peor) los conceptos de amor, sexo, sexualidad, derechos reproductivos, pecado, pareja, familia… Tampoco es tan extraño que ocurra, pues hasta ahora  el sistema patriarcal que negó a las mujeres decidir sobre su vida y su cuerpo con libertad no ha dejado de ejercer un férreo control sobre los derechos conseguidos por el esfuerzo de tantas mujeres y hombres.
Nos acercamos a una fecha, el 14 de febrero “Día de los enamorados" en la que una celebración oficiosa vuelve a emborronar las diferencias entre conceptos y nos retrotrae a un momento histórico en que el Amor era uno (sólo y a veces solo), grande (y hasta que la muerte nos separara) pero no libre (limitado a una persona, de un sexo distinto al tuyo y para tener descendencia).
Mientras intentamos que se reconozcan nuestros derechos humanos como mujeres, como hombres, como personas sexuadas con derecho a ejercer su sexualidad en el modo en que prefieran, llegamos a olvidar que se continúan reproduciendo los antiguos patrones de dominación de un sistema patriarcal , androcéntrico y heteronormativo.
Y en esta tesitura, nos enfrentamos a un 14 de febrero, que celebra un amor anticuado, generador de relaciones de dominación y sumisión, que entrega los cuerpos de las mujeres a decisiones ajenas a ellas y anatemiza los de quienes, hombres y mujeres, se alejan de la sexualidad tradicional.
Intentemos, frente al televisor, ante las redes sociales, sobre las niñas y niños que tenemos a nuestro cargo o toman ejemplo de nuestras actitudes crear patrones nuevos, imágenes distintas.
Normalicemos las decisiones personales, tengamos como objetivo los Derechos Humanos y la consecución de un mundo más justo. No podemos pedir que la política y quienes se dedican a ella, los gobiernos y sus dirigentes, las iglesias y sus sermones sustituyan nuestro derecho a pensar y nuestro deber de actuar.
Que el 14 de febrero celebremos unas relaciones libremente decididas: con o sin  enamorados, con o sin enamoradas.


©María Martín

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