Donde más nos duele

Análisis de una noticia de violencia machista

Donde más nos duele

"Un padre con antecedentes policiales por violencia machista ha matado a su hija de un año al lanzarse al vacío con ella desde un cuarto piso en el madrileño hospital de La Paz." dice la noticia de El Mundo.
Uno de esos padres que, posiblemente, habría pedido la custodia compartida impuesta de su hija no por amor sino por joder a la madre de la niña. De esos a los que las y los neomachistas de turno dicen que la Ley integral contra la violencia de género dejan sin presunción de inocencia. Uno de esos hombres denunciados por violencia machista que, según sus cómplices, habrían pasado "injustamente" una noche en el calabozo. Uno de los que los "existen" contarán entre los que han sido denunciados falsamente porque no están entre rejas. Uno de los algunos hombres malos porque ya sabemos que no todos los hombres son maltratadores, ni asesinos y por eso perdemos el derecho a señalar y acusar a los que sí lo son vaya a resultar sin querer alguna sombra de sospecha sobre el resto. Porque nosotras también matamos, así que a callar. De esos a los que nosotras crispamos y obligamos a hacer lo que hacen. De los que siempre saludaban en la escalera. De los padres a los que cuando hacen lo que hacen quien lo vio venir lo vio pero nada hizo. De los que si no se vio venir cuando hay antecedentes es porque no nos da la gana de mirar y ver, sino de mirar y excusar.

El pésimo tratamiento  mediático de la violencia machista

Aclaran algunas noticias que el hombre tenía los antecedentes "por una relación anterior" y no por esta. Como si quien maltrata dejara de maltratar solo por cambiar la relación. Esa idea tan arraigada de que es la mujer la que provoca y si se cambia de mujer por una " buena" las cosas se arreglan. Ese mito del amor romántico de "a mí no me lo hará porque me quiere de verdad" porque el amor todo lo cambia y todo lo puede y alcanzaremos por amor la salvación del otro. De que con abnegación, entrega y sacrificio, el machismo arraigado que provoca la violencia machista desaparece. Por amor. O por arte de magia. Imposibles ambas cosas, trucos siempre. 
Y todo, pero todo todo lo que se cuenta alrededor de estas noticias da miedo y asco. Las reacciones violentas, la superficialidad, el fijarse en datos irrelevantes como la nacionalidad. El tener la respuesta delante, en la propia frase que se ha usado de titular, y no tener (o despreciar que sería peor) el mínimo análisis necesario para entender y explicar. Entender y explicar como forma de concienciar, visibilizar, evitar y erradicar. 

Responsabilidad política, mediática y social

En violencia machista se elude una y otra vez, casi todas, la responsabilidad de los medios. La responsabilidad de los profesionales tiende a cero. La responsabilidad política, social, jurídica es casi inexistente. Y nos quedamos llorando la muerte de la  niña y la obscenidad del hecho durante unos cuantos tuits, unas horas. Y después a otra cosa, mariposa. 
Y, mientras, hombres que se creen en el derecho a decidir sin ser replicados, a imponer sus opiniones, a hablar por nosotras; a arrebatarnos la razón, la visibilidad, los espacios públicos, la salud, el derecho a exigir derechos, la vida; se crecen. 
Y toman la palabra en los medios para ponernos en nuestros sitios, o toman la televisión pública para ridiculizar nuestras demandas, o toman el poder para expoliarnos de la capacidad de decidir sobre nuestros cuerpos, o toman a nuestras e hijos y nos los arrebatan. Todo, para darnos donde más nos duele. Cada uno a su manera y en su espacio. A todas y cada una de nosotras. Una y otra vez. Malditos. 

María S. Martín Barranco
@generoenaccion




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